día 29

En los años 70  aún  los discapacitados psíquicos eran deficientes. A muchos los tenían ocultos como si fuera algo vergonzoso o una lacra. Un grupo de personas de mi barrio, Moratalaz, comprometidas con la vida y de forma altruista, entre ellos mi madre, empezaron  a ir de puerta en puerta preguntando si sabían de alguien que tuviera «un hijo, hermano, o conocido con alguna deficiencia» solamente para contactar y ayudarles. Encontraron muchas puertas semiabiertas  para no  dejar ver el interior de la casas. Mucha tristeza, incomprensión e incultura. Aislamiento o sobreprotección eran las caras de una moneda oculta en nuestro país.

Apenas se conocía nada de ese otro mundo en el que tantas discapacidades diferentes y distintas no  estaban apenas  definidas: síndrome de Down, Feniceltonuria, Autismo, Retraso severo…se pensaba que estas  personas  no podían desarrollarse mas del punto en el que estaban.

Afortunadamente hay gente que puede ver más alla del resto, intuir otros horizontes otras vidas y por eso surgió el colegio especial ADEMO. Ya no servía el modelo tradicional de colegio «aparca niños problemáticos» si no un lugar donde conseguir que la calidad de vida de cada alumno fuera lo mas alta posible.

Maite León fue una de ellas, bailarina y artista. El nacimiento traumático de una de sus hijas la sumergió de golpe en este mundo. Marite, se convirtió en el motor de lo que más adelante fue  el Psicoballet.

Y yo, de casualidad, empecé con mis clases de danza en el Kimura (el gimnasio del barrio) y caí en la clase de Maite León, a veces el Destino adopta formas extrañas y en este caso pasé de ser una adolescente que nunca había tenido contacto con el mundo de los  disminuidos psíquicos a meterme de lleno en esta realidad. Y ser una de las monitoras de esta aventura.

Empezamos a investigar, a utilizar técnicas de danza, maquillaje, expresión corporal y música para desarrollar capacidades que como semillas sin regar se mantenían dormidas en estos niños y chavales con los iniciamos este proyecto.

Recuerdo la primera vez que entré en contacto con una niña con una deficiencia severa, no podía controlar la baba y yo al principio sentí rechazo. He de decir en mi defensa que solo tenía 15 años y nunca había estado con alguien así.  Esta criatura desde su silla de ruedas me miro con una mirada profunda, su cuerpo era un amasijo de músculos que no podía controlar. Y yo, (aún me emociono al recordarlo), dejé mis estúpidos escrúpulos a un lado y la bese. Mis babas y las suyas se mezclaron en un abrazo de amor y sus ojos   (no podía hablar) me dijeron  tantas cosas que ya no pude ser  la misma.

Y en el 80  sin dinero pero con mucho entusiasmo realizamos nuestro primer espectáculo, todos juntos en un escenario, nervios e ilusión nos  poseyeron  a todos sin distinción.

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Foto de aquel primer espectáculo.

Esos años estuve con el Psicoballet la mayor parte de mi tiempo libre y fue lo que provocó que mas tarde entrara en la Facultad de Ciencias de la Educación para estudiar Pedagogía,quería dedicar mi vida a ese campo, aunque  la vida me llevo por otros derroteros, pero como dice una canción de Jorge Drexler (¡si, ya lo sé..!me gusta mucho), «cada uno da lo que recibe, y luego recibe lo que da», allí conocí a otro monitor, que muchísimos años más tarde encontré otra vez en mi camino y en el que estos  próximos cincuenta años , deposito mi amor y comparte mi vida.

Artículo de Cambio16 (16 de Mayo de 1984)

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1 comentario en “día 29

  1. Gracias, Mar, por devolver a mi memoria algo que andaba latente… Yo era muy pequeña en aquella época, pero Mayte León me marcó profundamente y su trabajo con el psicoballet siempre me admiró

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