Los maratonianos hablan del Muro. Describen un momento durante esos 42 kilómetros en el que el cuerpo, por muy entrenado que esté se niega a avanzar. Es un punto de inflexión en la carrera que si se consigue superar y seguir casi seguro se llegará a la meta.
Hace tres días que me tope con mi Muro en mi maratón personal que vivo estos cincuenta días, de pronto no podía más. La cabeza y el cuerpo estaban desconectados, quería escribir y no podía, el cansancio y agotamiento me nublaban la vista mezclando las letras como en la sopa de Martina.
Igual que un imán olvidado en un bolsillo agolpa las monedas, las llaves y los calendarios del carnicero que son magnéticos para que se pegue en la nevera, estos días se han concentrado de forma increíble un montón de cosas que no quería perderme: mi familia de Jordania con Kalen el canalla haciendo de las suyas, reuniones de trabajo (ahora es un faro Panamá), encuentro con amigos, preparación de otros proyectos, llevar a Abu a la piscina, buscar el traje de carnaval para una de mis sobrinas, ir al entierro de la Sardina en el cole de mi hija…Uf!!!, no podía con todo y pensé en abandonar el blog….pero lo pensé poquito, quiero decir poquito tiempo, porque al igual que los corredores de maratón, mi cabeza no ha dejado que la fatiga pudiera conmigo, y en forma de mensajes he recibido nutrientes que han bombeado mi corazón con tal fuerza que vuelvo a estar con vosotros.
Solo quedan 19 días y bajando…