Crónicas color platino desde Panama, A

Llevo una semana en Panamá. El trabajo me llama y esta vez es una Gala. De color Platino y con aire de cine.

El viaje fueron 11 horas desconectada de mi mundo…y casi sin dormir, es necesario sentir «el mono» que supone la ausencia de comunicación en tiempo consciente (¡¡no vale cuando dormimos!!!) para darse cuenta como nos hacemos adictas a tener cerca a los nuestros de alguna u otra forma y cuando no se puede, se siente angustia. Cosas que parecen importantes como la nota del examen que estuve preguntando a mi hija o como estaba mi madre que al partir no se encontraba bien, debieron de esperar pues y entre las horas de avión y las horas en la cola de inmigración , cuando llegue al hotel con San Wifi, era muy de madrugada en Madrid.

El vuelo fue tranquilo. Como siempre, una, espera con ansia la comida del avión pues rompe la monotonía del tiempo que se pasa entre las nubes (descripción literal en este caso), esas cajitas de aluminio o plástico se convierten en un preciado tesoro que es devorado sin piedad por muy malo que este. Venta a bordo, la señora que pasa con el bebe por el pasillo y se le hace carantoñas, intentar encajar el cuerpo entre la pared y el asiento en el que el señor de delante ha inclinado hasta un ángulo escandaloso, la revista vista y revista de la compañía a aérea en la que te llegas a leer incluso el articulo en ingles, el libro que hayas traído y las pelis (yo también aprovecho siempre para depilarme las cejas, pero solo si no tengo a nadie en el asiento de al lado mirandome con cara de pánico pensando que le caerá un pelo arrancado),… hablando de películas, pase de ver una de Julia Roberts a una de orcos con su hobbit incluido. Lo mas emocionante fue que el monitor de vídeo que me pillaba mas cerca (por decir algo, me arrepentí de no llevar a mano mis prismáticos pues cuando hablaban en élfico subtitulado en inglés era imposible entenderlo, el inglés por la lejanía y el elfico porque aún no me puesto con él, he decidido que lo dejo para mis 52) , en los momentos mas trepidantes de cualquiera de las dos películas, se apagaba, se escondía y luego volvía a salir y a encenderse…el solito, sin mediar orden alguna (eso me confesó la azafata, que no sabía porque hacía eso…y francamente a 8.000 km de altura, «Virgencita que me quede como estoy » y que sea el único aparato que vaya mal en el avión, que después de la desaparición del vuelo de los chinos, estoy muy sensible) , bueno pues con ese meneito del monitor, me perdí el momento en que el hobbit vio abrir los ojos al dragón dormido, no me enteré como acabó Gandalf en una jaula ni la pelea en que la Roberts tira de los pelos a la Strep.

Por fin, aterrizar en un destino después de tantas horas sin haber perdido ni la elegancia ni nada, es una quimera. LLegas cansada, hambrienta y con los pies que pueden ser reproducidos por Botero. Y ¡hala! casi dos horas de pie por la cola de inmigración. Te toman las huellas de las dos manos y aparte los pulgares…como sea como en el gimnasio que a veces el torno no me reconoce la huella y no puedo entrar, me voy a quedar en Panamá por los siglos. Amen.

Un chofer muy amable me recogió , después de encontrar mi cartel entre la selva de personas que buscaban a mas personas que no conocían. Y con su sonrisa ancha de hombre grande me dijo: Bienvenida a Panama…

Había cruzado al otro lado del mundo, y era el mismo día…misterios de la Tierra (que bonica es).

aun en el día 30

No puedo dejar de terminar este día  sin hablar de mi abuelo. Mi primer San Valentin fue el ultimo día que lo vi…murió poco después, en Carnaval. Por eso esta fecha me provoca sentimientos encontrados. Era el tiempo de los catorce, mi primer amor, la primera vez que me iban a hacer un regalo y yo no podía pensar en otra cosa. Esa tarde, estaba a punto de salir y apareció mi abuelo. Lo recuerdo sentado en un sillón en casa de mi madre. Su mirada que entonces no supe interpretar me quería decir muchas cosas…pero de eso me di cuenta cuando ya era muy  tarde. Le di un beso fugaz y me marche corriendo con el corazón saltando como un pececillo en la mano. No le dije cuanto le quería…y era muchísimo, pero a veces esas cosas trascendentales se dejan para un después que no se logra tener.

Un coma diabético lo fulminó en muy poco tiempo. La bancarrota de su empresa le rompió el corazón y no supo seguir. En silencio, sin compartirlo con nadie se ahogó en su propia angustia. Luchador , había levantado una pequeña fortuna solo con su trabajo. Cuando terminó la guerra civil acabó en un campo de concentración, era militar de carrera y lucho con el bando de la bandera que había jurado. En la cárcel enseño a mucha gente a leer y escribir. Y de allí salió vacío de posesiones. Sin nada, pero ya con una hija nacida, mi madre. Con mucho esfuerzo consiguió en el mundo de los seguros hacerse un lugar y una reputación. Y cuando lo perdió todo, no pudo asumirlo, ni pedir ayuda y partió al lugar de donde no se puede volver.

Mi abuelo era el hombre mas elegante que he conocido, muy guapo , no aparentaba la edad que tenía (aunque era joven) y no le gustaba que le dijera abuelo…le llamaba Abilló, y en esa ambigüedad la gente pensaba que era mi padre.

Desde pequeña me llevaba como dama de compañía a alguna de sus reuniones de negocios, mi abuela había fallecido y yo cubría su puesto. ¡Cuantas veces, le decía a mi madre:- Angelines, prepara la bolsa de la niña-,!  y marchaba con él, siempre en coche y normalmente al Sur. Era un hombre duro, que conocía el valor de las cosas y al que nadie le había regalado nada.

Yo era una niña de modales contenidos, callada y con una educación que me permitía estar en cenas tardías sin molestar y relacionandome  con  el resto de las señoras, como una persona mayor (en realidad siempre he sido mayor, incluso de pequeña).

También recuerdo que me llevaba de vez en cuando a una residencia en la que vivía un amigo suyo y allí aprendí a jugar al dominó. Aún puedo sentir el tacto suave de las piezas de marfil deslizandose entre los dedos, el negro de los puntos, el dorso de las fichas, el sonido al correr por la mesa de madera y la excitación si al repartir las fichas me tocaba una buena tanda, ni una ceja se me levantaba para no descubrir la buena fortuna. Y la sonrisa de los dos hombres si conseguía ganar una partida, solo era una niña.

Hubo una noche especial, fue en Puerto Banús. En una boutique exclusiva me compró un vestido precioso. Dejaba mis hombros al descubierto, ya tenía 14 años y todas las formas femeninas imaginables. Me puse unas sandalias de cuero con un poquito de tacón, me solte el pelo y la noche me envolvía, su calor, la brisa, el brazo de mi abuelo del que iba cogida…me habló de que ya era hora de hacer un viaje por Europa los dos, «una jovencita  antes de su puesta de largo debe de conocer mundo», me dijo, me sentía la reina del universo….fue el ultimo viaje…

Después durante años soñé que venía a buscarme para ese viaje que nunca se hizo y siempre me despertaba con la sensación de no haberle dicho cuanto le quería.

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Y para terminar este día intenso…una canción que un amigo querido me ha regalado al leer mi día 31…yo me he emocionado…no os digo más…escucharla…

día 40.

IMG_0121He viajado mucho, mucho…aunque nunca tanto como me hubiera gustado.

He ido hasta el otro lado del planeta, tan lejos que el sol salía cuando aquí  el reino de la noche aún tenía tiempo de hacer y deshacer sueños y realidades.

He ido hasta el fondo del mar donde habitan animales del agua y donde las reglas de la tierra no existen.

He conocido a chinos viejos que viven entre reliquias antiguas, tan antiguas como ellos.

Y he negociado con piratas malayos del nuevo siglo, jóvenes adolescentes que son capaces de robar a las grandes firmas comerciales para que los mortales comunes podamos llevar o utilizar a precio razonaba (de pirata) objetos destinados para la gente rica.

He comido cosas que no podía identificar, que no sabía si clasificarlas en el reino animal o vegetal. Me han saltado las lagrimas de picante y me he refrescado con bebidas de raíces milenarias como ginsen.

Me han picado mosquitos gigantes en el país en lo que todo es pequeño

He oído por lo menos 9 idiomas y he visto escrito caracteres diferentes

Me he sentido distinta, muy grande y muy blanca

He regateado, me he enfadado, me he reído, me he mojado, congelado , asado , dormido, llorado, cansado…

He estado en Oriente…y de allí me traje lo mas bonito. mi hija Martina XiaoGu